Sunday, September 12, 2010

En qué momento Uribe nos "Jodió".



Los colombianos en Canadá bajo terrible incertidumbre


En la mañana del 7 de agosto del 2002, recuerdo haber recibido el día con la mayor ilusión que jamás en mis escasos 32 años de aquella época había vivido. Todos los compatriotas en el exterior veíamos como ese día tomaba posesión como nuevo presidente de los colombianos el Dr. Álvaro Uribe Vélez, quien nos había sembrado la esperanza de recobrar nuestro país y de tener la ilusión por lo menos para mí, de ver la posibilidad de regresar a Colombia con la alegría de saber que la Patria sería de nuevo mi hogar y el de mis hijos.
Muchos colombianos en estos últimos 15 años salieron del país despavoridos por infinitas circunstancias. La más preocupante fue la de huir de la violencia y el temor que generaba y sigue generando la posibilidad de perder la vida por culpa del Estado Guerrillero, del Estado Paramilitar y del Estado Constitucional, tres dioses diferentes y un solo victimario, donde se han desprendido las más aberrantes violaciones a los Derechos Humanos.
No elevo el narcotráfico al cargo de Estado porque considero que este ha actuado como la corporación financiera de los tres antes mencionados.
En medio de esa desbandada de colombianos estábamos mi familia y Yo. Quienes en 1996 salimos del país buscando encontrar en los Estados Unidos la tierra donde nuestras vidas estuvieran a salvo.
Con la llegada de Uribe a la presidencia, los colombianos en el exterior nos movilizamos en procura de apoyar las políticas de seguridad que comenzaba a implantar nuestro nuevo presidente y así recuperar el país que estábamos perdiendo.
Recuerdo haber organizado una caravana por las principales calles de Miami partiendo desde nuestro consulado y en donde centenares de vehículos se sumaron para gritar Viva Colombia, otros Viva Uribe y la mayoría abajo las FARC.
Muchas personas ilustres de la sociedad colombiana en Miami me dieron ese apoyo; recuerdo haber recibido una llamada del tan recordado veedor del tesoro bajo el gobierno de Cesar Gaviria Trujillo, el Dr. Jorge García Hurtado, quien me acompañó junto con mi amigo personal Harold Bedoya, hijo de Mi General y el también amigo personal Efraín Hoyos, hijo del asesinado Diputado del Valle por las FARC Dr. Jairo Hoyos Salcedo.
Recuerdo igualmente el apoyo permanente de nuestra querida Cónsul de Colombia en Miami, la Dra. Carmenza Jaramillo, quien intercedió ante las autoridades de policía de Miami para que la caravana pudiera hacer su trayecto sin crear un caos en las ya saturadas vías de la capital del sol.
Todas estas experiencias las teníamos los colombianos cuando vivíamos, por lo menos Yo, la Luna de Miel con el Gobierno de Álvaro Uribe.
¿Pero qué cambió?, ¿Cuál fue el fin del Idilio mío con la política de seguridad democrática?. Cuando comencé a ver en Álvaro Uribe aquella descripción profética de nuestro querido periodista asesinado, Jaime Garzón, quien nos advirtió que Uribe era un hombre peligrosísimo.
Definitivamente fue muy fácil hacer el cambio del apoyo a la oposición radical de unas políticas de estado que terminaron por convertir no solo a muchos colombianos en blanco perfecto y en objetivos militares, sino en víctimas reales de innumerables matanzas y masacres que fueron generadas gracias a órdenes impartidas desde el despacho presidencial.
No estoy diciendo que el presidente mando a matar a alguien, aún no tengo pruebas que lo haya hecho si las tuviera quizás ya me hubieran matado aquí en el exterior agentes secretos del DAS. Pero si ordenó resultados inmediatos y presionó al ejército como su comandante en jefe, a generar resultados que terminaron en los aberrantes acontecimientos de los falsos positivos y de venganzas de operaciones militares como la masacre de San José de Apartadó (Ver artículo de Semana).
Como periodista no podía ser ajeno a lo que día a día durante estos 8 años atrás iba sucediendo. No podía tragar entero con las políticas de estado donde secuestrados de la guerrilla se convirtieron en mercancía política, no podía entender como nosotros los periodistas nos convertimos en auxiliadores y cómplices del terrorismo cuando no somos lacayos del régimen de derecha que él abanderaba.
Bien lo sabe el colega Hollman Morris, quien ha tenido que sufrir la persecución, la acusación y puesta en peligro de su vida por las declaraciones de Uribe y sus políticas estatales. Bien lo saben igualmente innumerables periodistas que nos hemos visto amenazados por los diferentes frentes de violencia de nuestro país.

Así lo supe y lo viví cuando en un viaje en el 2005 a mi país por motivo de mi aporte en la lucha de un Acuerdo Humanitario para la liberación de los secuestrados y en el trabajo concreto de un proyecto social que veníamos realizando desde el Sur de la Florida con la organización Minuto de Dios, recibí el abrazo inesperado de un individuo que con solo dos días de estar en Cali se me acercó y me dijo en un centro comercial: “¿Vos sos amigo de Fabiola Perdomo? Yo le dije que Si y el sujeto me respondió: Nosotros también y sabemos quien sos vos pero tranquilo no pasa nada”. Luego se marchó y alcancé a ver como se subía a un taxi que lo esperaba junto con otros individuos. ¿Paranoia?, ¿Agentes del Estado?, ¿FARC?, o quizás vigilantes permanentes, curiosos e inofensivos de la Dra. Fabiola Perdomo, quien en esos días era concejal de Cali y era una de las principales líderes del Acuerdo Humanitario siendo esposa del Diputado asesinado del Valle Juan Carlos Narváez.
Estas cosas y otras tantas son de conocimiento de las autoridades del gobierno de Canadá porque fueron pasando los años y Estados Unidos con su política antiterrorista no me permitió legalizar mi situación en una clara política anti migratoria del gobierno de Bush, problemática que miles de familias han sufrido y siguen sufriendo en el país de la Libertad. Esa situación me hizo mirar hacia Canadá donde los refugiados del mundo encuentran un alivio y esperanza para vivir y salvar sus vidas y por fin darle la tranquilidad y el futuro a sus familias.
Nosotros los colombianos no fuimos ajenos a esa valiosa oportunidad que durante los últimos 8 años, la comunidad colombiana ha tenido en Canadá como un país humano y generoso con las puertas abiertas para tener la oportunidad por lo menos de defendernos y de tener la esperanza de vivir en paz.
¿Pero en qué momento Uribe nos Jodió? Y me refiero a los que vivimos en Canadá. No fue con los falsos positivos, no fue con la chuzadas del DAS, ni mucho menos con los negocios de sus hijos, ni con sus amigos corruptos y paramilitares militantes del partido de la U, muchos pertenecientes al Congreso de la República como Senadores, ni siquiera con el gran robo de Agro ingreso Seguro. No… Fue en su afán de venderle al mundo que sus políticas habían pacificado nuestro país. Fue con las visitas realizadas a Canadá donde aseguró que en Colombia ya no existía el paramilitarismo, que nuestro país estaba libre de guerrilla, que solo unos pocos facinerosos quedaban en las profundidades de la selva y que en materia de derechos humanos Colombia hasta lideraba esos procesos de respeto en América Latina. Que sus políticas habían creado un nuevo país donde los colombianos ya no necesitábamos ser catalogados como un pueblo potencial en búsqueda de refugio y en donde Colombia se había convertido gracias a él en una de las economías emergentes más importantes digna de ser merecedora de un Tratado de Libre Comercio con Canadá.
Es que ese era el objetivo. A Uribe no le importaba la suerte de los Colombianos en Canadá, para él lo importante era la firma del tratado y no estoy en contra del TLC con Canadá, creo que es un gran avance en materia de desarrollo económico para el país, sino las mentiras que vino a decir que generaron pronunciamientos del Primer ministro Stephen Harper como: "El presidente Uribe y su gobierno han logrado avances muy importantes hacia la paz duradera, la seguridad y protección de los derechos humanos en su país" (Lea aquí página oficial del Primer Ministro de Canadá).
Este tipo de pronunciamientos generaron en los últimos dos años un cambio negativo en la política de refugio para la comunidad colombiana en Canadá, en el 2008 la tasa de aceptación de casos se acercaba al 78%. Hoy según organizaciones de derechos humanos como (CHRIO) Canadian Human Rights International Organizations de la ciudad de Toronto, dicen que los colombianos si acaso llegan a un 25 % de casos aceptados en lo que lleva de recorrido el 2010.
Es cierto que se han presentado casos creados falsamente en oficinas de abogados y organizaciones inescrupulosas. Es cierto que hasta aquí han llegado guerrilleros y paramilitares pidiendo refugio y hasta se han encontrado víctimas y victimarios en las mismas oficinas de asistencias publicas solicitando ayudas. Pero también es cierto que son casos aislados, porque la gran mayoría estamos en casos comprobados y con pruebas claras de nuestra problemática.
Yo llevo 2 años esperando el llamado de un Juez de inmigración, (IRB) Inmigration refuge Board aquí en Canadá, para defenderme de lo que vino a decir Uribe, para demostrarle a un Juez lo que vive un colombiano que durante 14 años ha sufrido el deambular con su esposa e hijos de aquí para allá buscando solamente poder vivir en paz.
Yo como periodista por lo menos tengo la capacidad de defensa en mi derecho indiscutible e inalienable de la libre expresión y por medio de este articulo, en mi derecho de la libertad de prensa en denunciar el mal que Uribe no solamente ha generado en las victimas de nuestro país sino en los casi olvidados compatriotas que en Canadá buscamos la seguridad, la libertad, la defensa de la vida y la paz.
He visto muchos compatriotas ser devueltos a nuestro país con la aclaración inverosímil que en Colombia no pasa nada.
Dios permita que los jueces de inmigración de Canadá entiendan que en Colombia en solo este último mes, en tan solo 10 días, la guerrilla ha matado en combates y en emboscadas a más de 30 efectivos de la policía y el ejército. El país ha tenido que recordar de nuevo el terror de los carro- bomba, como lo fue el de la cadena radial Caracol y el de la agencia de noticias EFE.
A la persecución, asesinato y desplazamiento de los indígenas y a la confirmación de que las políticas de seguridad del pasado gobierno, donde su ministro de defensa era el actual Presidente de Colombia, permitieron la persecución y la vigilancia ilegal de un gremio al cual pertenezco que ha dejado su cuota de sangre y mártires por solo narrar y contar la verdad a través de un medio de comunicación.
Recordando al rector de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Dr. José Fernando Isaza, a quien le aprendí el significado del Estado de Opinión, base indiscutible de la gobernabilidad de los 8 años del mandato de Álvaro Uribe Vélez. Él nos recordaba que fue el estado de opinión quien eligió a un Fidel Castro o a un Saddam Hussein, pero también, cuando se le preguntó al Estado de Opinión si prefería a Jesús o a Barrabas el Estado de Opinión prefirió a Barrabas.
Dios permita que el gobierno de Canadá entienda que en Colombia el Estado de Opinión gobierna y desvirtúa a un Estado de Derecho que sigue poniendo en jaque los derechos humanos de los colombianos.
Dios bendiga a Canadá y a mi Colombia sufriente y en pena.

Por lo menos, Así lo creo. ¿Usted qué dice?


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