Saturday, June 20, 2009

¿Y de los que salimos de Colombia Que?

Por:
Faidiver Durango Durango

Hace pocos días coincidencialmente varias personas me han hecho la pregunta del millón: "¿Cuando volvés a Colombia?"... Y créanme, que cada vez que la formulan hay un no sé por respuesta. Quizás por motivos personales o tal vez porque desde afuera vemos que aunque con el gobierno de Uribe recuperamos el poder del Estado y muchos volvieron a recorrer al país, para nosotros los exiliados voluntarios no se ve ninguna garantía de estabilidad en todos los aspectos para tomar la decisión en una fecha determinada y planificada la opción de regresar al pueblo como se suele decir en estas tierras.

Desde hace un poco mas de 15 años que se inicia la desbandada de colombianos huyendo del país por motivos de seguridad, por motivos económicos o quizás porque se alcanzó a estar “IN” el hecho de que algún arriesgado de la familia tomara la decisión de irse del país para por lo menos garantizar la fiesta de despedida o para alcanzar el status de bendecido por haber obtenido la visa.
Si no se han enterado la otorgación de una visa a un colombiano genera, admiración, preferencia, tocado por el altísimo, significa ser un prospecto de rico o con alta posibilidad de serlo y ni se diga cuando se regresa, ya no a vivir sino a pasear.
Este bendecido es recibido por una corte de comensales, familiares que ni conocía, tías y tíos o personas que antes le hacían el típico “Fo”, amigos de todas las etapas de vida, gotereros y genios aladinos que aparecen cuando el héroe gasta y abre la primera botella de aguardiente. También aparecen unas singulares candidatas femeninas que ven al recién llegado diferente, lo ven dizque más interesante y se atreven a decir que hasta mas varonil, a lo mejor años atrás cuando no era poseedor de una visa lo veían hasta afeminado.
Las hermosas damiselas acompañan la comitiva al aeropuerto con la esperanza de conquistar, pasar unos dos fines de semana súper cool o la oportunidad para también salir del país convertida en esposa del bendecido extranjero criollo.
Después de dejar en claro que la acción de salir de Colombia lo ubica a uno en sitios preferenciales tan siquiera con la familia que vive en el país. Debo ser honesto en confesar que los que ya llevamos más de una década viviendo afuera, muchos y me incluyo, nos sentimos impotentes en no poder tener lo que se ha logrado disfrutar en el exterior.
No me refiero a lo material por que se que muchos han podido comprar sus bienes en Colombia, me refiero a esas cosas que descubrimos nuevas, nunca vista en nuestras ciudades y que nos hacen vivir con mejor calidad de vida que a los mismo ricos de nuestro país.
Y para tener esas mismas o parecidas oportunidades que han mejorado nuestro estilo de vida en el exterior debemos de estar seguros de encontrarlas en Colombia. Pero para tristeza mía y de muchos, aun no las encuentro.
Inseguridad, desempleo, falta de oportunidades, miedo, inestabilidad institucional, carencia de valores ciudadanos y tantas maravillas que si tenemos en el exterior y que muchos hemos pensado en algún momento “Si en Colombia hubiese esto…” Pero no…
Nuestro país está casi igual que cuando Yo tome la decisión de emigrar y digo casi, por que hay que reconocer los avances del actual gobierno como El posicionamiento de la fuerza pública en el territorio nacional, el demostrar que solo el Estado puede usar la fuerza en el uso legitimo de la defensa del país y de la constitución y el mensaje claro que el Presidente es el único y verdadero comandante de las fuerzas militares y que además maneje este cargo de manera permanente dándonos la confianza de la gobernabilidad del país. Claro con pequeños abusos de ejecuciones extrajudiciales llamados falsos positivos, para muchos… Casos aislados. ¡Qué Horror!
De estos avances se derivan los éxitos militares y eso está bien. El gran vacío que encuentro es que aun seguimos siendo vecinos de otros países sin la oportunidad de encontrar en esos avances y triunfos militares la tranquilidad de pensar que el regreso puede estar acompañado de oportunidades laborales, de desarrollo, de garantías para los hijos, de avances significativos que nos lleven a pensar que en realidad Colombia ha cambiado.
Muchos de los que hemos regresado aunque sea de visita después de una década nos encontramos con la misma fotografía de la vida. Sentimos que el mundo se ha detenido y en muchas de las casas de nuestra familia aun después de muchos años, sobrevive el mismo televisor que nos mostró a un señor llamado Pacheco con Animalandia o a una Señora Gloria Valencia de Castaño con Naturalia. Aun sigue la misma nevera que guardó nuestros jugos, solo ha cambiado el empaque para que no se salga el frio y la unidad con carga nueva. Aun los microondas son artículos de lujo, las sillas y el sofá son los mismos, solo el tapizado ha cambiado y hasta las matas aun sobreviven quizás más altas frondosas y altaneras. La tienda del barrio sigue igual el que me fiaba aun permanece ahí, solo los clientes han cambiado ya no compran el frasco de aceite sino la bolsita, todo se vende por micro unidades, alcancé a ver como una señora compraba no el paquete sino solo el protector diario. Esto es a lo que yo llamo oportunidad democrática, perdón seguridad...
La muestra que si se puede mejorar la calidad de vida e iniciar un proceso hacia el desarrollo general de nuestras comunidades es el ejemplo de la ciudad de Medellín, que nos asombra cada vez que la visitamos, la vemos hermosa, con valores ciudadanos y con una fuerza impresionante de demostrar que ahí se vive diferente y muchos ya decimos que es otro país.
En el resto de la patria la Infraestructura se ha empobrecido y añejado, ha sido seducida eternamente por la corrupción. El desplazamiento de nuestros campesinos es el “Vive Colombia Viaja por ella”, el sistema judicial es precario y viejo, no hay claridad en el manejo de la crisis económica y a manera de política tributaria hay un desorden de privilegios que empeoran la generación de empleos.
A hora yo pregunto cómo pensar en regresar si ya en la medida que pasan los años ya muchos no estamos como para arriesgar e inventar si no hay las mínimas garantías para desarrollar nuestras vidas.
Muchos de los que vivimos fuera, soñamos con vivir en Colombia con condiciones por lo menos parecidas a las que vivimos en el exterior y esas mínimas condiciones se resumen en una palabra “Tranquilidad”.
Pero como volver con la pelotera de la segunda reelección, con la proximidad de ver herida la constitución del 91 si se aprueba el referendo, como volver si aun no sabemos lo que ha pasado en las entrañas de este gobierno con tantas decisiones tomadas que han generado los escándalos de los falsos positivos, de las chuzadas o de las relaciones con DMG de muchos funcionarios que ahora dicen que jamás en la vida conocieron a Murcia Guzmán.
Como volver si no hay trabajo, no veo un desarrollo social, aunque el gobierno hable de un desarrollo económico sostenido, lo único cierto es que la familia colombiana se sostiene de milagro.
Como vivir en una Colombia donde en los últimos años se han formado títeres con ínfulas de liderazgo y con creencias de estadistas como el mal llamado Uribito. Donde ya no hay partidos que defienden ideologías y permiten así el desarrollo de la democracia, sino una cantidad de personajillos acomodados que por ejemplo dicen ser conservadores uribistas con decisiones liberales, con pensamientos socialistas y solo esperan ver, quién será el nuevo presidente para cambiar toda su retorica y acomodarse en donde más le convenga… ¡Que tristeza!...
Colombia para muchos de nosotros es como esa tienda exclusiva de Manhattan que en nuestro paseo por New York que da la foto frente al aviso, entramos vemos y pensamos “cuando tenga dinero me compro esto y lo otro”. Vamos a Colombia quedan las fotos, llegamos como reyes, contamos historias de los sitios que conocemos, a nuestros hijos les dicen gringos por que hablan ingles y nos devolvemos a los 15 días con el guayabo de no habernos comprado toda la tienda y lo peor de no poder vivir en la ciudad donde por 15 días somos Amos y Señores. Un día mas sería sucumbir a ser uno más del resultado estadístico que reza que aunque en Colombia hay tanta desigualdad, violencia y problemática social los colombianos son felices.

Yo quiero la felicidad de una finquita modesta para pasar los fines de semana, sin el temor de la violencia de nuestros campos. Poder hacer empresa, poder contribuir con la experiencia adquirida en beneficio de nuestras comunidades de origen, de tener la camioneta que me gusta sin que me digan traqueto, de saber que mis hijos tengan oportunidades y de pagar mis impuestos sagradamente a un gobierno de desarrollo social, educativo y de infraestructura para que a la camionetica le dure más la transmisión, ¿será mucho pedir?….

Por lo menos... Así lo creo. Usted que dice.

1 comentarios:

Anonymous said...

Creo que usted es un liberal muy sectario al igual que lo era el fallecido Ovidio Marin; aquí esta contando una realidad amañada y acomodada, yo soy de Rstrepo Valle y conocí muy bien ha Ovidio y tambien a su esposa Mary, él no era ningun SANTO, pues solo defendia a los que votaban por él, como es el caso del bandido de Arbey Quijano y sus secuases quienes eran extrosionistas, asesinos y ladornes.

 

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